13 de noviembre de 2016

Siempre hemos vivido en el castillo.


Merricat lleva una vida solitaria en una gran casa apartada del pueblo. Allí pasa las horas recluida con su bella hermana mayor y su anciano tío Julián. En el hogar de los Blackwood los días discurrían apacibles si no fuera porque los otros miembros de la familia murieron envenenados allí mismo, en el comedor, seis años atrás.




Chasco total. Estas son las palabras que me vienen a la mente si tengo que hablar de este libro. Después de ver por todos lados críticas de diez o sobresalientes a cascoporro, tengo que decir que este libro me parece un despropósito y un sinsentido. Una manera que tuvo la autora de dar rienda suelta a sus idas de olla, en sus últimos días, y a sus miedos.

Si lo miramos desde este punto de vista, el libro tiene su explicación y razón de ser, pero a mí eso no me vale. Un libro debe sostenerse por sí mismo y no tengo por qué saber, yo, como lector, a qué se debe y en qué circunstancias se encontraba el autor de turno para volcar en nosotros sus desvaríos.

Por lo tanto, si somos ajenos a las circunstancias personales, y de salud física y mental, de la autora cuando lo escribió, solo encontramos una breve historia, que, pese a ser muy breve, cansa y le sobran páginas, eso para empezar, y para continuar, que básicamente nos habla de dos hermanas que están bastante mal de la cabeza, no sé cual de las dos peor. Una se apodera de la personalidad vulnerable de la otra que además padece (la más débil) una agorafobia de caballo. La otra, simplemente está como un cencerro, no sé si es psicópata o esquizofrénica o vaya usted a saber porque no tengo nociones de psicología ni de psiquiatría, pero, a parte de esto, el libro nos cuenta, en todo su grueso, la vida cotidiana de estas dos hermanas. Contándonos cuando comen, cuando duermen, y ya puestos, solo falta decir cuando mean, pero poco más.

Luego, al final, se desarrolla un hecho un poco más destacable que me liberó del sopor bajo el que me tenía inmersa el libro y le da algo de vidilla al asunto, pero no mucha, y nos deja la supuesta moraleja final que todo el mundo ve o quiere ver, pero que a mí ni fu ni fa y ni siquiera estoy segura de que haya moraleja. Sinceramente, creo, que se le quiere encontrar ésta para poder dar sentido a un sinsentido irremediable que es el libro en su conjunto. He dicho.

Y ahora, tiradme piedras si queréis, que ya he comenzado diciendo que el 99.9% de la población mundial lo puntúa como sobresaliente.


Mi puntuación es:




3 comentarios:

  1. Pues aunque no esté de acuerdo contigo no pienso tirarte nada más que un saludo y besos. A ver, que si no te ha llegado pues nada, qué se le va a hacer. A mí si me gustó, me resultó inquietante y sí, es cierto que las dos están para encerrar pero no en un castillo, en un manicomio de aquellos que había entonces. Más suerte para otra vez.
    Y mira, que el otro día vi en Fnac una especie de segunda parte de Mi vecino Miyazaki y me acordé de ti.
    Besos conciliadores

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    1. Vaya por Dios... yo pensaba q en éste ibas a coincidir conmigo, la verdad es q no le he visto la gracia por ningún lado, ni siquiera la ambientación me ha resultado inquietante. Pero claro, no podemos coincidir siempre, sino seríamos un cerebro dividido en dos mujeres jejeje. Miraré lo de Miyazaki que me encanta incluso tengo algo de merchandising. Mil besos. Ah, y si tienes tiempo me explicas un poco que aspectos buenos le has sacado al libro, a ver si es que yo no los he sabido ver. Muacks.

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    2. Hola. En realidad coincido contigo en el sentido de que es un libro costumbrista al que se le podía haber sacado más jugo. Lo que pasa es que para mí la atmósfera creada era fascinante, primero porque me gusta mucho todo ese ambiente gótico, decadente, y esa tensión que había constantemente. Además el pueblo también, tenía su encanto. La sensación de que se iba a liar una gorda me mantuvo expectante si bien el final se me quedó un poco soso.
      Por otra parte, he ido a mirar mi reseña (para comparar con lo que puse en su día) y tampoco le di una gran nota y me ha hecho gracia porque ya entonces no te convencía mucho y lo catalogamos de mal polvo literario, jeje.
      Besos

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